'Haciendo sus propias reglas' Palizas policiales, violaciones y torturas de niños en Papúa Nueva Guinea
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Resumen
El grave problema de delincuencia de Papúa Nueva Guinea se enfrenta a una respuesta policial violenta. Los niños, que constituyen casi la mitad de los 5,6 millones de habitantes del país, son especialmente vulnerables. La experiencia de Steven E. refleja la de muchos niños a manos de la Royal Papua New Guinea Constabulary, la fuerza policial del país. Las palizas brutales, la violación y la tortura de niños, así como el confinamiento en sórdidos calabozos policiales, son prácticas policiales generalizadas. Aunque incluso funcionarios gubernamentales de alto nivel reconocen esto, casi nada se ha hecho para detenerlo. La gran mayoría de los niños que son arrestados son severamente golpeados ya menudo torturados por miembros de la policía. Casi todas las personas que Human Rights Watch entrevistó en cada área que visitamos y que habían sido arrestadas fueron golpeadas. Los niños denunciaron haber sido pateados y golpeados con culatas de armas, palancas ("pins bars"), porras de madera, puños, mangueras de goma y sillas.
En 2003, el gobierno, como resultado de los esfuerzos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y un grupo de trabajo interinstitucional de representantes gubernamentales y de la sociedad civil, comenzó a crear un sistema de justicia juvenil. En 2004 y 2005, se adoptaron políticas para tratar con menores para policías, magistrados y funcionarios penitenciarios. Estas políticas limitan severamente las circunstancias bajo las cuales los niños pueden ser detenidos y requieren la separación de los adultos. El desafío sigue siendo implementar estas políticas.
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